Poesía hispanoamericana del siglo XX (I). Vanguardismo
Tras un
periodo posmodernista, la poesía hispanoamericana abraza con decisión el
vanguardismo. Incluso se llega a crear una importante corriente autóctona, el
creacionismo, que se exportará a España. Tres grandes figuras descuellan en
estos años: César Vallejo, Vicente Huidobro y Jorge Luis Borges.
Del posmodernismo a las vanguardias
El
agotamiento de la vertiente formalista y evasiva del modernismo, muy clara tras
la muerte de Rubén Darío (1916), se resume en los versos del mexicano Enrique
González Martínez (1871-1952):
«Tuércele el
cuello al cisne de engañoso plumaje (...)
él pasea su
gracia no más, pero no siente
el alma de
las cosas ni la voz del paisaje.»
Predomina un ansia de autenticidad que lleva a los poetas a describir la realidad cotidiana y a refugiarse en el intimismo.
En los años
veinte se deja notar el influjo vanguardista, con su ruptura del realismo
tradicional y su búsqueda de nuevas formas. El mexicano Juan José Tablada
(1871-1945) experimenta con poemas ideográficos, al estilo de los caligramas o los haikus japoneses.
Especial
relevancia adquieren las corrientes de vanguardia en Argentina con revistas
como Proa o Martín Fierro. Oliverio Girondo (1861-1897)
describe con audaces metáforas la realidad urbana en Veinte poemas para ser
leídos en el tranvía (1922). El surrealismo es cultivado por A.
Pellegrini (1903-1973) y E. Molina (1910).
Vallejo, el poeta del dolor
El peruano César
Vallejo (1892-1938), de familia mestiza, se licenció en letras. Encarcelado
por razones políticas, se trasladó a París, donde vivió muy pobremente y casi
olvidado hasta su muerte. Antes, combatió por la República en la Guerra Civil
española.
Escribió una
novela de tema social, Tungsteno (1931), pero destaca por su
importantísima obra poética:
Los heraldos negros (1919) conserva ecos del modernismo, pero muchos de sus poemas, centrados
en el sufrimiento y la angustia, presentan ya una métrica irregular un tono
coloquial.
Trilce (1922):
audazmente vanguardista, sus innovaciones formales sirven para expresar un
hondo desarraigo existencial.
Poemas humanos (1929): recopilación póstuma de poesía social que incluye España,
aparta de mí este cáliz, poemas de la Guerra Civil.
Huidobro y el creacionismo
El chileno Vicente
Huidobro (1893-1948) es el máximo representante del vanguardismo poético
hispanoamericano, aunque cultivó también la novela y el teatro. Conoció en
París a los principales vanguardistas y estuvo también en España, donde influyó
en J. Larrea y Gerardo Diego.
El creacionismo,
divulgado en 1914 con el manifiesto Non serviam, niega que el arte deba
imitar a la naturaleza y sostiene que ha de crear nuevas realidades a través de
la palabra, suprimiendo lo anecdótico y basándose en la metáfora.
Su obra
fundamental es Altazor (1931), un largo poema en siete cantos con
continuas visiones filosóficas, teológicas y literarias. Lo más destacado son
sus sugerentes imágenes oscuras e ilógicas y la constante tarea de destrucción
lingüística.
Vicente
Huidobro residió largas temporadas en París y gran parte de su obra está
escrita en francés.
La poesía de Borges
El argentino
Jorge Luis Borges (1899-1986) es una de las más destacadas figuras
literarias mundiales del siglo XX. Aparte de una obra narrativa muy importante cultivó la poesía en dos etapas
separadas por treinta años.
Durante su
permanencia en España, entre 1918 y 1921, el joven Borges se adhirió al ultraísmo, que difundió en Argentina a su
regreso. Con el deseo de lograr una expresión pura, la fuerza poética se cifra
en la metáfora, en libros como Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de
enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929).
En su vejez retomaría la poesía, ya
con un estilo sencillo y culto muy distinto, para indagar en los misterios del
hombre y en general en los mismos temas de su narrativa. Hay que destacar El
hacedor (1960), El oro de los tigres (1972) y Los conjurados
(1985).
Poesía hispanoamericana del siglo XX (II). Compromiso
y posvanguardia
Los años
treinta vivieron una gran conflictividad político-social en todo el mundo, que
favoreció la toma de conciencia de los escritores. La poesía hispanoamericana,
sin renunciar a los logros formales vanguardistas, acentuó su compromiso con la
realidad, pero en su evolución hasta nuestros días ha tomado caminos muy
diversos.
Guillén y la poesía negra
La tendencia
general de principios de siglo hacia la búsqueda de lo autóctono llevó a la
revalorización de la cultura de la población negra, despreciada hasta entonces.
Los estudios folclóricos demostraron sobre todo la riqueza de la poesía
popular.
La fusión
entre vanguardismo y folclore negro desembocó en la llamada poesía negra o
afroamericana, semejante al neopopularismo de la generación del 27. Nicolás
Guillén (1902-1989), cubano y mulato, es el principal representante de esta
tendencia. En sus primeras obras (Motivos de son, 1930; Sóngoro
Cosongo, 1931) describe el mundo de la población de color: estampas
típicas, ritos, supersticiones, etcétera.
Pasa después a denunciar la marginación del negro y,
más en general, las injusticias sociales de Hispanoamérica (El son entero,
1947; La paloma del vuelo popular, 1958), al tiempo que su oposición a
Batista le obliga a exiliarse. Tras el triunfo de Castro, su obra se orienta
hacia lo revolucionario (Antología mayor, 1964).Su poesía se basa en
recursos rítmicos (paralelismo, repetición), así como en onomatopeyas,
metáforas y la reproducción del lenguaje popular (léxico, alteraciones
fonético-gramaticales).
Pablo Neruda
Con una
amplísima obra, Pablo Neruda es uno de los poetas más importantes del siglo XX.
Escribió también teatro y prosa, especialmente sus memorias: Confieso que he
vivido (1977). Su primer libro importante, Veinte poemas de amor y una
canción desesperada (1924) se ha convertido en un clásico por su madurez y
emotividad. Con estilo sencillo, combina el canto al amor, la angustia
adolescente y la añoranza de la naturaleza de su infancia.
Residencia
en la tierra (1933-35) nace de una profunda
crisis existencial. Adopta el estilo surrealista para expresar en metáforas
deslumbrantes y herméticas su desolación y oscuridad interior.
Saldrá de
esta situación volcándose en el compromiso político y social, que culmina con Canto
general (1950), extenso poemario que repasa la historia de América. En sus
últimas obras, el compromiso se alterna con la temática amorosa (Los versos
del capitán, 1952) y el canto a los objetos cotidianos (Odas elementales,1954-197).
Octavio Paz
El mexicano Octavio
Paz (1914-1998) también combatió en la Guerra Civil con el bando
republicano. Como diplomático, vivió en distintos continentes. Fue autor de
importantes ensayos sobre México, filosofía y estética (El laberinto de la
soledad, 1950; El arco y la lira, 1956). Recibió el premio Nobel en
1990.
Su
producción poética inicial, recogida en Libertad bajo palabra (1960)
combina la poesía comprometida con la estética surrealista para plantear
problemas existenciales (soledad, comunicación, tiempo, amor) con un lenguaje libre
y hermético.
Sus
siguientes obras (Salamandra, 1962) acusan el influjo de la cultura
oriental, tanto en la forma (haikus), como en los temas (lo esotérico y
misterioso, la identidad, el doble). En sus últimos años siguió insistiendo en
su esencial preocupación por el lenguaje y hasta recuperó el experimentalismo
vanguardista, con obras de lectura múltiple (Blanco, 1967) o poemas
visuales (Topoemas,1968).
Otros poetas posvanguardistas
Nicanor Parra (1914),
chileno, compone una poesía entre popular e irónico-crítica sobre la realidad
que le rodea. En sus «antipoemas» o «artefactos» abundan el humor negro y
sarcástico, los juegos lingüísticos, lo intelectual, etcétera. Sus obras
principales son La cueca larga (1958), Canciones rusas (1967),
etcétera.
Otros poetas destacados de los últimos años son el
mexicano T. Segovia (1927), el cubano R. Fernández Retamar
(1930), el peruano J. E. Eielson (1921), el ecuatoriano J. Adoum
(1926) y el uruguayo M.Benedetti
(1920), también narrador, y el argentino
J.Gelman (1930).
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